De la escuela de Cusco, centro importante de producción artística en el siglo XVII salieron en una manifestación particular, unos ángeles soldados de expresión única, de talante militar majestuoso, con arcabús en la mano, preparados para la batalla, luciendo en guardia como los regimientos de la chamberga que resguardaban al mismisimo rey.
Realizados en los grandes talleres por manos indígenas quienes con un modo particular de percibir y de observar el mundo dan vida a estas potestades celestiales, abrieron sus alas y tomaron vuelo por el manto celeste de ancestrales bordados de alpaca.
Algunos autores refieren distintos orígenes del ángel arcabucero, pero coinciden en que solo en lo que antes fuera en Virreinato del Perú pudo darse como manifestación; en ninguna otra parte se vieron ejercitos de ángeles surcando cielos que no fueran los andinos.
Canónigos y apócrifos vuelan por todos lados, se han rastreado en muchas partes, treinta de ellos se instalaron en Calamarca Bolivia, otros pasaron a Chile y algunos llegaron al norte de Argentina, hasta el Jujuy, volaron para habitar las iglesias y proteger con el arcabús en mano.
Por el paso de los siglos y de tantos acontecimientos, los que quedan están en guardia y observan al espectador orgullosos bajo el sombrero muestra una sonrisa de complicidad.
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