DOS
Ya en el Oeste,
Simón,
Empotrado sobre la cabina neoindigenista de su cerebro llameante
Se preguntaba y repetía mecánicamente aquella cuestión
Tan típicamente literaturizada
Materia fija de todos los colosos bardos de las zonas depauperadas,
Nuestros antepasados
Bien pasados
Por entre las páginas utópicas enterradas por el
Boom!:
¿Cuándo,
Cuándo nos jodimos?
¿No habrá sido después de los huracanes y los
Vómitos negros de la heroína?
¿No habrá ocurrido antes de nuestra tan exacerbada
Tendencia al onanismo?
¿No habrá sido la víspera?
¿No habrá sido la víspera de la víspera?
Carajo:
¿Existirá alguna miserable salida
A este laberinto espejeante?
¿Un contorno de luz por donde, al menos,
Se vea nuestra imagen distorsionada?
Seguro que Nel,
Con los ojos semicerrados y el cigarro en las tripas,
Soñaba despierto
Con golpes en seco,
Golpes cayendo en picada
Las sacudidas eléctricas
Abrasando los hombros tristes de todos los zombis drogados del DF
Soñaba
Con tatuadores reunidos en torno a una espalda infinita
En cuyas miasmas sangrientas todavía eran distinguibles los rastros
De la vanidad, los sucios poemas de la vanidad
Y el desenfreno.
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