Cuando Sir Isaac Newton tuvo que suspender su cátedra de la universidad de Cambringe por la terrible peste de 1665, en su obligado descanso, curioso, se dedicó a experimentar con la luz.
Newton se dió cuenta que ésta, en un haz blanco que atravesaba un pequeño agujero de su ventana de madera al proyectarse en un prisma de purísimo cristal se descomponía en varios colores , se refractaba y cada color se acomodaba de tal forma en un espectro electromagnético como el que vemos en un arcoiris según su longitúd de onda en miles de infinitas combinaciones, lo que hace que tengamos esa sensación al sentido de la vista.
Todo esto tan prodigioso como el breve instante de gloria en que una burbuja con los brillos de muchos arcoris contenidos nace y ante nuestros ojos en milagro, termina estallando en pequeñas particulas de jabón.
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