sábado, 30 de agosto de 2008

EL POEMA DE NEL Y SIMÓN


CUATRO










Por callejones mugrientos
Nel husmeó babeó se armó,
En fin
Dañó y fragmentó
Sus propios territorios existenciales —el Yo, que le llaman—
Por hoteles y cantinas
Tianguis y Academias
Nel se desplazaba
Siempre adelante
Siempre dormido
Como el hombre sin pasado
O como la huella ágrafa
Borrada en otra huella subrepticia.
Y a medida que Nel avanzaba
Iba desparramando una estela nauseabunda de rumores,
La siempre fatídica
Voz sin origen
De los rumores:
Se dijo entonces que trabajaba para el narco
Que había cambiado de identidad y también
De sexo
Que practicaba todas y cada una de las variantes
Pertenecientes al inmenso catálogo del sado-sudaca-border
A un módico precio o, inclusive,
Por trueque.
Ahora bien:
¿Eran todas aquellas habladurías
Malintencionadas y sensacionalistas
Nada más que el comidillo popular
Producto de la siempre cobarde
Imaginación amarillista?
Lo cierto es que Nel,
Ajeno a esta polémica,
Nadando sobre grietas hipertextuales
Corriendo aceleradamente
Por los Párrafos Vacíos de la historia
Atisbó el ojo rabioso de la locura
Y se perdió,
Ya tarde, ya noche,
Por entre los rieles suburbanos de la muerte.

No hay comentarios.:

SOBRE EL RETABLITO BARROCO

Este Retablito Barroco se abre al espectador como una bitacora donde se va planeando una propuesta cultural, es un ameno relato reticulado de cuerpos y calles.